HaBía uNa vez una niña llamada Teresa que vivía en un pueblo llamado La Solana. Era una niña buena cuya estación preferida del año era la Navidad.
Ella la única de su clase a quien le gustaba la Navidad y creía en los Reyes Mayos y, por eso, se burlaban todos de ella.
Así que Virginia, una compañera de su clase, decidió hacer una fiesta en su casa y no invitó a Teresa porque creía en los Reyes.
En la invitación a su fiesta escribía : “ Te invito a mi fiesta, ya que no crees en lo Reyes Magos y eso significa que eres mayor”. Teresa se fué a su casa triste y al llegar su padre, como siempre, la esperaba sentado en la silla de la cocina.
Le conTó lo ocurriDo, y su padre, después de oírla, le contestó con cariño: No tienes de que preocuparte; te contaré este cuento y así reflexionarás:

“Sucedió una vez que, en un país muy lejano donde sus habitantes pasaban mucha hambre y necesidades, una mujer decidió ir hasta allí porque no soportaba ver a tanta gente sufrir. Avisó también a sus amigas y se marcharon a aquel lugar para trabajar con muchas ganas e ideas y ayudar a otras personas. Al cabo de un tiempo ése era uno de los países con menos necesidades... ¡y todo gracias al esfuerzo de aquella mujer! Ella y sus amigas fueron consideradas como las salvadoras de aquel país. La llamaban “ su fundadora” y todo esto ocurrió en el 25 de diciembre “

El padre acabó : ..Y ésta es la historia.
Teresa entonces dijo: ¿Sabes papá? me da igual lo que diga Virginia, pero aunque parezca una niña pequeña, siempre creeré en los Reyes Magos y ayudaré al mundo cuando lo necesite y no me importará lo que digan los demás.