El MilaGro Navideño: JaVier y el OsiTo de PelucHe /CuenTos de NaviDad IV/

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Hace mucho tiempo, vivía una familia muy pobre que no tenía dinero para comprar una casa, y habitaba en las calles de una ciudad cercana a Madrid. La familia la formaban Jorge, el padre, que se dedicaba a tocar el violín como mejor sabía; Isabel, la madre, que bailaba al ritmo del violín; y Javier, su niño de nueve años que pedía limosna en la puerta de una iglesia.
Aunque trabajaban mucho, su recompensa no era muy buena, y apenas comían.

Un día, Javier entró en la iglesia a rezar, pidiendo que tuvieran piedad de ellos. La iglesia estaba vacía, así que nadie sabría qué pasó en ese momento.

De repente, cayó sobre el niño un osito de peluche. Javier lo recogió y lo miró extrañado. Entonces, el osito habló:

Hola, Javier. Soy Smile, el osito de peluche.
¿Por qué sabes mi nombre? ¿Qué quieres? -dijo el muchacho muy nervioso.-
No te preocupes. Te explico: como se acerca la Navidad, Dios me ha pedido que te conceda tres deseos para que, así, tu familia pueda vivir mejor.
¡Oh! Smile, ¡eso es fantástico!
Ten cuidado, Javier. No te guíes por tus deseos. Te dejo que pienses hasta que sea el día de Navidad. Mientras tanto, yo estaré en el bolsillo en el bolsillo de tu chaqueta, y te aconsejaré sobre lo que debes pedir.
¡Gracias, amigo! ¡No te defraudaré!

Pasaron los días, hasta que llegó la Navidad. La familia tomó una pequeña cena que habían comprado con sus últimos ahorros.
Luego, el niño cogió el muñeco de peluche, y pensó: <>

Javier, dudoso, dijo su primer deseo: Smile, deseo... que no pasemos hambre,
y que todos los días, tengamos un plato de comida sobre la mesa.
¡Muy
buen deseo!
El segundo deseo es... que podamos vivir en una casa, y que
no tengamos que vivir en las sucias calles.
Muy bien, ¿y el tercero?
Mi tercer deseo es que, como regalo de Navidad, todos los pobres como yo
puedan tener una vida mejor, y pasar estos días todos juntos.
Es muy
noble por tu parte, Javier. Has utilizado tu último deseo para hacer una buena
acción... ¡te felicito!


Entonces, todo desapareció, y empezaron a salir del suelo miles de casas para todos los pobres, gracias al deseo de Navidad de un pequeño niño.
/Julia García Aguilar/
Alumna de 6º de Primaria

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2 comentarios

  1. Este relato es conmovedor realmente, es hermoso.
    La gratificante obra de un deseo cambia la realidad de muchos.
    Ojala todos pensaran de ese modo...

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  2. Enhorabuena a Julia, tener un gran corazón y saberlo hacer ver en este cuento.
    Un beso.

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