Día de LluVia en loS oJos

By 0:00 , , , , , ,

AquEl díA algo cambió para ella. De alguna parte de su habitación comenzaron a caer gotas de recuerdos que la empapaban por todas partes. No conseguía localizar dónde se había producido la fisura por la que ahora se escapaban a raudales aquellos momentos que, queriendo evitar, se dispersaban como chorros por el techo, por todas las paredes, y por sus propios ojos.

Se levantó de la mesa y encendió el ordenador para no pensar más en él, pero luego, empapada, volvió a apagarlo. La tormenta seguía creciendo por encima de su cabeza. Algunos de sus recuerdos se derramaban como goTas de lluVia apacible, pero otros traían aparejados algunos rayos y estrepitosos truenos. La casa parecía inundarse de imágenes en forma de gotas.

Empezó a ver entre el agua algunas de las palabras que él le había regalado, a reconocer la silueta de alguna flor en forma de verso que él solía dejarle cuando ella dormía. Tenía sus pies mojados y pensó que, si no cesaba aquella lluvia, ella se ahogaría en su propia laguna.

Decidió poner música y bailar alguna danza mágica para detener aquella tormenta, pero sus pasos se paralizaban, torpes, entre tanto chaRco.

Recordó las veces que le había dicho cuánto la amaba, que buscaría hortensias azules para sembrarlas en su balcón, y que llenaría su jardín con nomeolvides para que treparan por su ventana. Las gotas de agua seguían brotando de sus ojos cuando recordó también las últimas conversaciones, aquellas en las que habían decidido que la distancia era mucha y que no se podrían reGar las palabras de amor con suficiente esmero.

Entonces, abrió un paraguas, descolgó el teléfono y lo llamó. Él, al otro lado, oía sus palabras aguadas, pero le confesó que su casa estaba aún más inuNdada que la de ella.
Entonces lloraron juntos y se acariciaron con la voz

Cuando por fin colgó el teléfono, empezó a observar cómo los charcos se evaporaban e iban desapareciendo rápidamente por debajo de las puertas, y cómo desde las ventanas empezaban a calentar tímidamente algunos rayos de soL.

Se fue al espejo, se cepilló el pelo y se pintó los labios para cuando él llegara. Entonces sus pies desnudos percibieron el seco confort de su alfombra mullida, y cambió su impermeable mojado por su mejor vestido blanco.

Cuando bajó a abrirle la puerta, vio que el único agua que quedaba en la casa estaba recogida en los floreros que esperaban ansiosos sus horTensias aZules.

Ana Galindo
(Adaptación)

[IlusTración de ErNesto ArriSueNo]

También Te Puede Interesar...

1 comentarios

  1. Para aquellos amores que crecen en soledad, a pesar de las sequías y a pesar de las tormentas. Porque son fuertes, y en su momento estuvieron muy bien nutridos y regados.

    ResponderEliminar