Erase una vez un cuento al revés que una princesa de cuento......

Una mañana la princesa de Grecia llamada Sofía decidió ir a casa de sus abuelos, los duques de España, que tenían su palacio en Granada. La princesa Sofía no vivía muy feliz ya que se aburría día tras día, porque siempre hacia lo mismo. Un verano, cuando terminó las clases fue al palacio de sus abuelos los duques. Su abuelo que era un gran aventurero le contó en dos semanas todas o casi todas sus aventuras. Sofía quiso seguir el ejemplo de su abuelito, y se puso a ello, para no aburrirse como el resto de los pasados veranos.
Ella cogió una mochila, una cantimplora, una gorra, una brújula, bocadillos... salió del palacio y empezó a experimentar. Primero fue a la Alambra y descubrió los maravillosos jardines y fantásticas construcciones; más tarde fue a oír un concierto en el auditorium Manuel de Falla, ... y a muchos más sitios durante todo el verano, no sólo por Granada sino por todo el mundo.
Cuando acababa un verano ella volvía a Grecia a se colegio, porque al final tuvo que aprender español ya que sus abuelos vivían allí. Ella les contaba a sus padres lo bien que se lo había pasado y sus padres comprendieron que también aprendía cultura. Así que si sacaba buenas notas, le dejaban que viajase a Granada, se quedase allí algunos días y después se iba con su abuelo a conocer mundo.
La niña era feliz y cuando su abuelo murió ella ya tenía 24 años, así que comenzó a viajar   y experimentar sola. Un día fue a Roma y allí había un apuesto príncipe. Sofía se quedó unas semanas en un hotel de Roma, y lo veía pasear triste cerca de los jardines  y empezó a pensar  en él. Una mañana de las que estaba allí decidió pasear cerca de palacio, y en un pasillo se encontraron casualmente. Al chocar con ella se enamoró. El príncipe se lo contó a sus padres y Sofía llamó a los suyos. El príncipe y Sofía fueron a explorar mundo y poco a poco se fueron conociendo más y más hasta que un día....
se casaron......y............

Aunque al príncipe que se llamaba Juan Carlos no le gustaban las perdices, y aunque podían haber sido los reyes de España, tenían hermanos y hermanas que ayudaban a personas responsables a gobernar en Roma y en Grecia.